domingo, 26 de agosto de 2012

Hasta que te conoci. J.A

La vida te enseña muchas cosas que innatamente adoptamos y perduran si en el seno de tu familia te la arraigan, si la persona esa virtud la sabe cuidar;  o si no se pierden, se empieza a cambiar por el carácter arrastrando incluso problemas y patologías que a lo largo de la vida existirán cosas que te pueden dar la espalda.
Todo el mundo ha sentido, querido y amado. Un ciclo que mientras perdura nos encerramos en él sin ver nada más que la etapa en la cual nos encontramos para dar un salto a la siguiente con la ilusión que te da la vida, del compartir, del regalar la mejor sonrisa, dar unos buenos días a una princesa que siempre has soñado y entregar un corazón a quien a tu lado combate temporales, resiste tempestades, te abrevia la vida y da pellizco en cada lunar de tu cuerpo cerrando los poros de la vida a besos.
La mariposa vuelve, ya se ha reproducido en el interior de nuestro cuerpo y toma rienda suelta a la imaginación y la ilusión. Esa mariposa que habita en nuestro interior es la única que nos conoce, es la que extiende su brazo regalando nuestro amor. Ella, de forma innata ha atraído a su vida, a través del ¨gusanillo¨ el don de la ilusión, nos da la facilidad de conocer a alguien, aún teniendo el miedo de encariñarte y sepas amarlo mientras perdure.
No sé si será miedo al estar cerca de unos labios, o más miedo el no poderte acerca, porque cuando lo ves te entra cierto nerviosismo comenzando tu dolor sentimental. Hasta que te conocí, fue todo más fácil aunque contigo quiera volar, pero cuando llegaste todo cambio al entrar con la ilusión de quien sabe amar.
Pero hasta que te conocí no supe que es sufrir, ni de aquello que no me pudiste dar, hasta que te conocí no vi la realidad ni tampoco supe amar, hasta que te conocí mi vida no se rompió en dos siendo tu mi fantasía pero también a la vez mi dolor.
                                          Juan Antonio Ortiz Izquierdo.

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